viernes, 27 de noviembre de 2009

La princesa dorada

"El viento había aflojado un poco y ya podíamos estirarnos en el arenero de plaza Francia No hacía falta estar acurrucados y amontonados como osos que inviernan protegiéndose con la pared de cemento del arenero. Sonia fue la primera en levantarse para ir a estirar las piernas, a mirar el cielo más allá del gomero que nos cubre. Tango le sacaba la arena a la viola, como si tratara de dar brillo a ese instrumento batallado y lleno de manchas, en el que los colores ya se habían opacado y las tres cuerdas de acero tenían manchas de óxido. Como siempre, el flaco al que le decíamos Jagger (y es una versión medio criolla del Rolling) ya estaba canturreando un tema de los Stones. Esta vez es 'Mama's little helpers' el tema sobre las drogas que toman las madres para adelgazar. Hernán se ríe de la letra y le hace coros.



'Pensar que nadie se da cuenta de lo que dicen las letras en inglés' dice Hernán. 'Todos creen que son cosas tipo Nena vamos a bailar, sos muy linda... Esas cursilerías que pone Ben Molar en las traducciones'.

Tanguito

Por eso me gusta traducirlas y repartirlas -le digo- Che Tango, cantate la versión de Mr. Tamborine.

Tango empieza a rascar rápido con sus uñas largas, medio acostado en la arena:

"Hey señor panderetero

canta una canción para mí

no tengo sueño y no hay lugar

al que tenga que ir..."

- ¿Qué pasó, ya te olvidaste la letra?

- Es que no entra en la melodía de Dylan y la tengo que adaptar.

- Sí, la verdad es que es un tema difícil y la letra va a mil por hora.

- Es una letra fabulosa pero imposible de adaptar, tenés que seguirla a tu manera. Es una lástima, porque nadie va a escribir como Dylan, pero vamos a tener que seguir haciendo temas nosotros -dice Hernán.

- Y conseguir el sonido propio, como insiste siempre Javier -agrego, mientras saco el cuaderno de poemas de la campera.

Silvita, arrollada junto a Tango, medio dormida, pone cara de aburrida.

- Dale, cantate algo!



Tango empieza a rasguear El rey lloró, de Litto. Todos se van acercando: Freddy que andaba cerca de las paredes del asilo, donde seguramente había ido a mear, Jorgito siempre sonriendo, Miguel Abuelo y Diana, que se habían quedado dormidos, y Sonia, volviendo de su paseo estelar con su pelo rubio flameando sobre los hombros, feliz, el brillo de la noche titilándole en los ojos.

"Había una vez,

en un viejo país

un rey a un noble campesino le habló

Le dijo: Te ofrezco

lujos y placeres

si tú me enseñas a vivir feliz..."

Miguelito le mete sus coros altísimos arriba, fraseos como de blues que le dan una nueva dimensión a la balada.

Viéndola llegar a Sonia, que se acerca a darme un beso y se sienta en la arena, me acuerdo de mi vieja idea de la sonrisa del gato Chesire, que era lo único que quedaba flotando en el aire cuando el gato desaparecía en el País de las Maravillas. El poema sale de un tirón, sin tachaduras, redondo. El fulgor dorado de Sonia y el gato de Chesire y "cuando nadie maneja el aire una magia nueva se produce". Como aquí, bajo la noche de plaza Francia, todos tranquilos, cada uno en la suya, sintiendo la magia nueva.

Diana estira la mano y agarra el cuaderno. Tango dice -¿A ver, che? y se pone a leer mientras sigue, como siempre, rasgueando eternamente su guitarra. Tararea.

- A esto le cabe una melodía que tengo. Esperá un cachito, dejame ver - y se larga a cantar.

"La doraaada princesa del veraaano

entreeega a looos iluminados

su sol amarillo...

No! esperá, esperá!"

Y vuelve a empezar tarareando. Yo me recuesto abrazado con Sonia, escuchando como Tango va metiendo la letra en la melodía. Todo sucedió tan naturalmente que no hace falta decir nada.

"Yo no estoooy

yo no estoooy aquí

sólo mi sonrisa me delata..."

En la voz de Tango el poema adquiere otro color, otro sentido. Sus risitas van acompañando el rasguido constante de la guitarra, que no para aunque esté tratando de desentrañar una palabra escrita a los apurones. De pronto se lleva la mano a la cabeza y hace como si se alisara ese pelo imposible de enderezar, como si se tomara un respiro.

- Cuesta meter un poema en prosa en un tema, -le digo-, ¿Querés que te lo reforme un poco?

- No, ya va saliendo. Hay que estirarlo como si fuera chicle.

"Y lágrimas que ríeeeen...uhuhuhuh"

Carcajadas generales.

- Todos los finales te los tengo que estirar. Y si repito algunas frases entra...

Tango repite el tema que ya está tomando forma, la melodía y la letra se acomodan como si fueran dos amantes que se reconocen y se unen, se meten uno dentro de otro y se adaptan. Siempre me sorprendió esa elasticidad de la música. Desde el día en que le llevé •Ayer nomás" a Moris en la pensión de Vicenta y Moris empezó a meter armonías en una línea melódica estúpida que yo le había llevado, y la canción empezó a crecer, a tener sentido, expresión, belleza. Esa sensación espontánea, fluida, casi líquida de la música que hace aparecer sus formas de la nada.

Y ahora ya está. Con su habitual displicencia chaplinesca, con ese "no me importa" que lo hace tan diferente, Tango está cantando el tema terminado sin esfuerzo.

"Y cuando nadie maneja el aire

una magia nueva se produce..."



Pipo Lernoud